El presente ya no vive aquí. Se mudó con los antiguos inquilinos. Perdido sin dejar rastro. Y con ellos se mudó también el tiempo fugaz. Parece que simplemente se ha detenido aquí, justo en medio de un cambio de sistema histórico. Y lo que resta son fragmentos de recuerdos en las paredes, las únicas reliquias del pasado que insinúan la historia de esta casa y quienes la habitaron.
Las ciudades fantasma suelen estar asociadas a regiones en decadencia económica. Termina el auge y las gentes siguen su camino. En algún lugar del Salvaje Oeste, después de la fiebre del oro o después de que el único manantial del desierto se haya secado, después de que la mina se haya terminado de explotar o al final de la era industrial. Pero la ideología también deja sus huellas. No hay que irse muy lejos para ser testigos de este hecho. Hay lugares abandonados por todas partes, incluso muy cerca de nosotros.
Éste es el tema de una serie de impresionantes fotografías de dos italianos que residen en Berlín: Elena Amabili y Alessandro Calvaresi. En los últimos dos años, los fotógrafos han viajado por lo que solía ser el "Bloque del Este", accediendo a terrenos y edificios abandonados, documentando sus interiores desmoronados para rescatarlos del olvido. Pero no solo encontraron inspiración en zonas remotas de Rusia y la antigua Unión Soviética, sino también en los alrededores de Berlín, su ciudad de acogida.
En los antiguos cuarteles de la ciudad de Krampnitz −al norte de Potsdam− descubrieron un magnífico tesoro para su proyecto. En sus 80 años de historia, el terreno de 120 hectáreas y sus edificios pasaron por una plétora de encarnaciones: de ser un cuartel escaparate para los nazis, se convirtió en base militar soviética; una vez que se retiraron, la naturaleza se adueño de la zona y se desarrolló un biotopo; que fue entonces empleado como escenario para películas de Hollywood. Hoy día es un gran proyecto de construcción de viviendas para la ciudad de Potsdam. Las fotos son una rica fuente para la interpretación, con las que se podrían realizar labores de detective...
Un escenario posible: cuatro habitaciones. Cuatro personas. Una familia soviética en los años 50 o 60. El padre, un sargento que en su día luchó en el frente, un patriota al servicio del ejército. La madre, cocinera en el comedor del cuartel. Ambos niños acabarán en el ejército. Siguiendo los pasos de su padre. No tienen otra elección. En este lugar tu destino no está en tus manos.
Unos años después de que terminara la guerra, el sargento fue trasladado a otra base, junto con su familia. De repente, el futuro parecía mucho más brillante que en la Unión Soviética. El papel pintado en la habitación de los niños, no obstante, les recordaba a su antiguo país: arquitectura soviética geométrica abstracta en colores brillantes, que recuerda a las torres del Kremlin. En comparación, el papel pintado del dormitorio y el salón era bastante tenue y monótono: flores, fruta, follaje. Clásicos diseños de la antigua RDA. Se hacía uso de lo que había disponible, y el resto se decoraba a mano; como los bordes de fresas, los adhesivos de flores o los ladrillos pintados. Muy amateur, pero con cierto encanto.
El panorama era cualquier cosa menos homogéneo o coherente. Parece como si muchas manos diferentes hubieran decorado el lugar. Si esto se debía a la falta de oportunidades o simplemente era consecuencia de la necesidad, queda en el aire. Hoy en día, probablemente sería llamado "el principio de retales", que casi le otorga un aire contemporáneo.
Krampnitz, un lugar misterioso con muchas historias ocultas que de alguna manera ha sobrevivido a los tiempos cambiantes. Las paredes proporcionan las únicas pistas sobre sus incontables vidas. Aquí, el ausente sigue presente, y el pasado es contemporáneo. Una época en la que todavía era posible detener el tiempo. Hasta la siguiente transformación...
Texto: szim
