"La modestia es el principio de toda razón", afirmó el dramaturgo austriaco Ludwig Anzengruber, representante del realismo y autor de muchas obras populares. Anzengruber escribió a finales del siglo XIX.
Sin embargo, durante el Barroco, la modestia no estaba precisamente a la orden del día. ¡Todo lo contrario! Por lo menos para los que podían permitírselo... Y como todos sabemos, no era característico del pueblo, sino de las altas esferas −la aristocracia y dinastías reales.
El Barroco representa glamour y esplendor, pompa deslumbrante perceptible para la vista. Los reyes y soberanos de la época no escatimaban lo más mínimo. Ya fuera para muebles espléndidos o vestimentas elaboradas, o bien en peinados extravagantes o especialidades culinarias exóticas. Hay abundancia de todo lo que probablemente pudieran desear y, por supuesto, esto inspiró el deseo de alarde de riqueza. Especialmente en todos los ámbitos de la creación artística: arquitectura, escultura, pintura, así como en los complejos revestimientos para paredes que adornaban los lujosos interiores de casas señoriales. Existía ese deseo en general de tratar de superarse unos a otros.
El Palacio de Versalles, residencia principal de muchos gobernantes franceses, sirvió de ejemplo y arquetipo del estilo de vida barroco. Sus últimos residentes, Luis XVI y su esposa María Antonieta de Austria, disfrutaron de su decadente estilo de vida al máximo, hasta su fallecimiento durante la Revolución Francesa.
Los papeles pintados barrocos se caracterizan principalmente por su atención al detalle; delicados patrones de gran complejidad con flores, hojas y lazos que se repiten. Este papel tapiz proporciona un bello telón de fondo a la película de Sofía Coppola "María Antonieta", en la que Kirsten Dunst se mete en el papel (y los vestidos) de la extravagante reina.
Y sin embargo, el término "barroco", tomado del portugués, estaba originalmente dotado de una connotación despectiva. Si bien con el paso del tiempo, el significado de las palabras y las cosas cambia. Hoy en día, un toque barroco es asequible y confiere un aire versallesco al hogar. Y, modestamente, un poquito de glamour no hace daño. Contra toda razón.
Texto: szim
